El 8 de diciembre se celebra el día de la Inmaculada Concepción de María, nueve
meses antes de la celebración de la Natividad de la Virgen, el 8 de septiembre.
Se trata de un dogma de la Iglesia
católica decretado en 1854 que sostiene que la Virgen María estuvo libre del
pecado original desde el primer momento de su concepción por los méritos de su
hijo Jesucristo, recogiendo de esta manera el sentir de dos mil años de tradición
cristiana al respecto.
No debe confundirse este dogma con la doctrina del
nacimiento virginal de Jesús, que sostiene que Jesús fue concebido sin
intervención de varón mientras que María permaneció virgen antes, durante y
después del parto.
Al desarrollar la doctrina de la Inmaculada Concepción, la
Iglesia católica contempla la posición especial de María por ser madre de
Cristo, y sostiene que Dios preservó a María desde el momento de su concepción
de toda mancha o efecto del pecado original, que había de transmitirse a todos
los hombres por ser descendientes de Adán y Eva, en atención a que iba a ser la
madre de Jesús, quien también es Dios. La doctrina reafirma con la expresión
«llena de gracia» (Gratia Plena) contenida en el saludo del arcángel Gabriel
(Lc. 1,28), y recogida en la oración del Ave María, este aspecto de ser libre
de pecado por la gracia de Dios.
Traemos aquí una pequeña selección de mujeres, que como
madres, que sembraron semillas de santidad en sus hijos.
Sin duda, una de las más grandes
vocaciones ("sublime vocación" la llamaría San Juan XXIII), es la de
ser madre. Y es que son muchas cosas las que la hacen ser única y particular:
llevar al hijo en el vientre, el parto y sus dolores, la cercanía con los
hijos, las continuas manifestaciones de afecto, etcétera. Y la vocación
maternal puede ser todavía más sublime, cuando la madre engendra y educa un
hijo que después se convierte en un modelo de vida para la humanidad.
En esta ocasión presentamos una pequeña
lista de grupo de mujeres, que, con su ejemplo y vocación, sembraron la fe en
Cristo en el corazón de sus hijos. (Con la clara excepción, en este
punto, de la Santísima Virgen María).
Santa Ana, madre de la Inmaculada Virgen María,
Madre de Dios, cuyo nombre se conserva gracias a la tradición de los cristianos
La Virgen María,
los Padres del Concilio de Efeso la aclamaron como Theotokos (Madre de Dios),
porque en ella la Palabra se hizo carne, y acampó entre los hombres el Hijo de
Dios, príncipe de la paz, cuyo nombre está por encima de todo otro nombre.
El 13 de mayo de 1917, en Portugal. En la localidad de
Aljustrel, la contemplación de la que, en el orden de la gracia, es nuestra
Madre clementísima, suscita en muchos fieles, no obstante, las adversidades, la
oración por los pecadores y la profunda conversión de los corazones.
Santa Nona de
Nacianzo, esposa de san Gregorio el Viejo y madre de los santos Gregorio el
Teólogo, Cesáreo y Gorgona († 374).
Santa Mónica,
muy joven todavía, fue dada en matrimonio a Patricio, del que tuvo hijos, entre
los cuales se cuenta a Agustín, por cuya conversión derramó abundantes lágrimas
y oró mucho a Dios. Al tiempo de partir para África, ardiendo en deseos de la
vida celestial, murió en la ciudad de Ostia del Tíber († 387).
Santa Matilde,
esposa fidelísima del rey Enrique I, la cual, conspicua por la humildad y la
paciencia, se dedicó a aliviar a los pobres y a fundar hospitales y
monasterios. († 968)
Santa Isabel de
Hungría, siendo casi niña se casó con Luis, landgrave de Turingia, a quien
dio tres hijos, y al quedar viuda, después de sufrir muchas calamidades y
siempre inclinada a la meditación de las cosas celestiales, se retiró a
Marburgo, en la actual Alemania, en un hospital que ella misma había fundado,
donde, abrazándose a la pobreza, se dedicó al cuidado de los enfermos y de los
pobres hasta el último suspiro de su vida, que fue a los veinticinco años de
edad († 1231).
Santa Ángela de Foligno, después de la muerte de su
esposo y de sus hijos, siguió las huellas de san Francisco, entregándose
totalmente a Dios, y escribió un libro, en donde cuenta las experiencias de su
vida mística († 1309).
Beata Margarita
Pole, madre de familia y mártir, que, siendo condesa de Salisbury y madre
del cardenal Reginaldo, fue decapitada en la cárcel de la Torre de Londres en
tiempo del rey Enrique VIII por haber desaprobado su divorcio, encontrando así
reposo en la paz de Cristo († 1541)
Beata María de la
Encarnación Avrillot, ejemplar madre de familia y mujer sumamente devota,
que introdujo el Carmelo en Francia, fundó cinco monasterios y, muerto su
esposo, abrazó la vida religiosa. († 1618)
Santa Luisa de
Marillac, viuda, que con el ejemplo formó el Instituto de Hermanas de la
Caridad para ayuda de los necesitados, completando así la obra delineada por
san Vicente de Paúl († 1660).
María de la
Encarnación Guyart, siendo madre de familia, después de la muerte de su
esposo confió a su hijo, aún pequeño, a los cuidados de su hermana e,
ingresando en las Ursulinas, estableció la primera casa de este Instituto en
Canadá, distinguiéndose por su actividad († 1672).
Beata Ana María
Taigi, madre de familia, que, víctima de la violencia de su marido, cuidó
de él y de sus siete hijos, educándolos convenientemente, y se distinguió,
además, por su atención a las necesidades espirituales y materiales de los
pobres y de los enfermos († 1837).
Santa Joaquina de
Vedruna, madre de familia, educó piadosamente a sus nueve hijos y, una vez
viuda, fundó el Instituto de las Carmelitas de la Caridad, soportando con
tranquilidad de ánimo toda clase de sufrimientos hasta su muerte, que ocurrió
por contagio del cólera († 1854).
Santa Celia
Guérin, esposa de Luis Martin y madre de santa Teresa del Niño Jesús, que
con su marido son ejemplo de matrimonio cristiano († 1877).
Santa Gianna
Beretta Molla, madre de familia, que, esperando un hijo, no dudó en
anteponer con amor la vida de la criatura a la suya propia († 1962).
Beata María
Corsini (Beltrame Quattrocchi), que, siendo madre de familia, ilustró de
modo conspicuo a la familia de Cristo y a la sociedad, viviendo ejemplarmente
su vida matrimonial y mostrando su comunión de fe y amor hacia el prójimo (†
1965).
--------------------------------
Enseñarás a
volar...pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a
soñar...pero no soñarán tus sueños.
Enseñarás a
vivir...pero no vivirán tu vida.
Enseñarás a
cantar...pero no cantarán tu canción.
Enseñarás a
pensar...pero no pensarán como tú.
Pero sabrás que
cada vez que ellos vuelen, sueñen, vivan, canten y piensen...
¡Estará en ellos
la semilla del camino enseñado y aprendido!
Madre Teresa de
Calcuta
En este artículo
se presenta información extraída de Catholic.net, Autor:
Xavier Villalta A.
El último procedimiento para crear unos límites
sanos y una protección psíquica es para la casa. También se puede usar para
despejar cualquier otro lugar en el que estés temporalmente, como un hotel o la
casa de alguien donde te encuentres de visita. Aunque no lo había comentado
aún, una función importante de los límites sanos es nuestro alejamiento de los
planos astrales inferiores. Éstos comprenden la sub-tercera, cuarta y quinta
dimensiones donde viven los seres y entes oscuros, así como las formas de
pensamiento negativas creadas por los seres humanos. Es el lugar donde se
generan y a menudo se sufren las pesadillas.
Cuando te duermes por la noche abandonas el cuerpo
físico a través de la vía llamada «cuerpo astral». El cuerpo astral viaja
literalmente a través del espacio-tiempo y más lejos incluso, ya sea a los
planos astrales inferiores o a los planos superiores de Luz. Lo segundo es
mucho más recomendable. Al someterte a distintas experiencias durante el viaje
astral, a veces se convierten en sueños tuyos. Estos sueños te ayudan a ser más
consciente y a curar el subconsciente. A veces, emociones y traumas pasados se
liberan por medio del cuerpo astral. Otras veces puede que vayas a dimensiones
superiores y recibas cierta formación espiritual o sanación. Puede que repases
vidas pasadas a fin de asimilarlas y así crecer. Éstas son sólo algunas de las
posibilidades.
Tener unos límites sanos mientras duermes es
esencial para tener unos límites sanos durante la vigilia. Si tu cuerpo astral
está dañado en los planos astrales inferiores, las zonas homólogas de tus
cuerpos físico y etérico quedarán psíquicamente vulnerables a cualquier ataque
o invasión de frecuencias de energía inferiores. El cuerpo astral en estado de
vigilia crea una protección muy efectiva para todo tu campo energético. Cuando
se daña, la función protectora está en peligro. Debido a la ley de magnetismo
psíquico -«Las frecuencias iguales se atraen»-, si durante el sueño el cuerpo
astral ha asimilado dolor, daño o miedo, magnetizarás los mismos tipos de
frecuencias inferiores hacia el aura, chakras o el mismo cuerpo cuando estés
despierto. Serás mucho más vulnerable al ataque psíquico o a la invasión de los
entes que vibran al mismo ritmo y viven del miedo y del dolor. Su objetivo
principal es mantenerte en estado de miedo, dolor y confusión para seguir
teniendo su «caldo de cultivo». Recuerda, nada puede entrar en tu campo de
energía si algo en ti no lo magnetiza.
De la misma manera, si vas a planos superiores
durante el sueño y experimentas una sanación, un aprendizaje, amor o un
despertar espiritual, esas frecuencias se transferirán al espacio que ocupa el
cuerpo físico cuando vuelva el cuerpo astral y despiertes. ¿Recuerdas haber
tenido sueños de volar y despertarte sintiéndote lleno de luz y felicidad?
Quizá recuerdes haber pasado por situaciones de aprendizaje espiritual durante
el sueño y despertarte recordándolas y aplicando en la vida lo aprendido. Estas
últimas experiencias representan la intención del tiempo de sueño; otra
intención es la de despejar el subconsciente.
Para que tanto la sanación como el aprendizaje
puedan darse, es vital que tu casa y tu aura se encuentren despejadas de toda
influencia astral. Puedes conseguirlo usando variaciones de lo que ya conoces
para mantener los límites personales despejados. Además, existe una invocación
que ancla las energías de dimensiones superiores en tu casa, en el trabajo o
en cualquier otro lugar. Para simplificar el proceso las instrucciones se
refieren únicamente a la casa como el lugar a despejar. Puedes adaptar el proceso
a tu situación en cada caso o necesidad.
Sigue estas instrucciones para despejar tu casa:
1. Coloca un cordón de luz de conexión a la tierra
que abarque el suelo de tu casa o tu piso. Haz que se prolongue hasta el centro
de la Tierra.
2. Visualiza un sol dorado de unos setenta cm de diámetro en el centro de
tu casa.
3. Expande gradualmente el sol dorado hasta que llene y rodee el espacio
que ocupa tu casa.
4. Rodea el sol dorado de un muro de luz violeta de 130 a 260 cm de
espesor.
5. Afirma: «Esta bola de luz violeta permanecerá intacta hasta que yo
vuelva a repetir el procedimiento. Que así sea».
6. Pronuncia seguidamente esta invocación: «En el
nombre de Yo Soy El Que Soy, ordeno que esta casa y sus cimientos se llenen de
luz dorada de la Ciudad de Luz donde moran los Maestros Ascendidos. Sólo
aquello de naturaleza divina podrá entrar. Todo aquello ilusorio e inferior a
lo divino debe partir. Así quedará. Que así sea».
Utilizar la frase «Yo Soy El Que Soy» equivale a
decir «la Presencia Divina de Dios/ Diosa» en oposición al ego «yo». Cuando
utilizas esta frase o afirmación, vas a dar una orden en nombre de la
conciencia misma de Dios/ Diosa. Es una afirmación muy poderosa llamarse a uno
mismo «Yo Soy» y deberías hacerlo con cuidado y sólo de forma positiva y
creativa. Cada vez que dices «yo soy...» y luego terminas la frase de manera
definitiva, aunque sea casualmente, estás identificando tu esencia con lo que
dices. Por ejemplo, puedes decir, «soy rencoroso» o «soy cariñoso» y la
afirmación define literalmente tu esencia como una cualidad.
La segunda parte de la invocación afirma: «...luz
dorada de la Ciudad de la Luz donde moran los Maestros Ascendidos...» Se
refiere a la dimensión superior, «lugar donde moran» los seres que un día
estuvieron encarnados en la Tierra, fueron iluminados y murieron o ascendieron.
Estos Maestros Ascendidos -o Gran Hermandad Blanca, como también son llamados-
permanecen en la Ciudad de Luz para ayudar a otros seres vivos en su viaje
espiritual hacia la iluminación y la ascensión. Te guían y te enseñan durante
el sueño y el estado de vigilia cuando estás preparado, deseoso y disponible.
Invocar a la luz donde moran es llenar tu casa con la energía equivalente a la
de un templo sagrado lleno de una luz de frecuencia tan alta que sólo energías
divinas y seres de intención divina pueden soportarlo.
Utilizando este procedimiento podrás despejar tu
casa de energías negativas y astrales en muy poco tiempo y empezar gradualmente
a sentir una mayor paz y sensación de bienestar en tu nuevo templo. Eso te
ayudará a tener un sueño más positivo.
Seguramente querrás repetir este proceso un par de
veces por semana. A medida que tu casa está más despejada repite el
procedimiento para despejarla cuando sientas la necesidad. Yo lo realizo una
vez por semana como rutina porque me sienta bien.
Por la noche, antes de acostarte, sigue estos pasos:
1. Rodea tu aura de una burbuja violeta.
2. Pide a tu ángel de la guarda que vigile y
mantenga tu cuerpo seguro toda la noche mientras duermes.
3. Repite esta declaración: «En el nombre del Yo Soy
El Que Soy ordeno que mientras mi cuerpo duerme, yo solamente viaje a los
planos superiores de Luz Divina. Que así sea».
Realizando este procedimiento a la hora de ir a la
cama puedes dormir mejor. Es especialmente importante si tienes la tendencia a
experimentar miedo o inquietud.
El aura es el campo de energía que se irradia alrededor del cuerpo. Está
creado por la producción de energía de los chakras; cada uno de ellos
contribuye a la sanación y el mantenimiento del campo áurico. Cuando los
chakras están mínimamente abiertos y/o dañados, el aura puede mostrarse gris y
débil. Por otro lado, si gozas de buena salud y estás razonablemente abierto a
tus emociones, tendrás unos chakras más activos y abiertos y un aura más
fuerte, vibrante y resistente.
Si tienes el aura contraída, se extenderá a sólo una distancia de 35 cm
de tu cuerpo. Si tienes un aura demasiado extendida, puede expandirse en un
radio de unos 17 hasta 600 metros. Ninguno de estos tipos de aura es el ideal.
Un aura contraída tiende a hacer sentir tensa a la persona, con miedo,
separada. Este tipo de sentimientos también pueden ser la causa de este tipo de
aura. Un aura extendida en exceso puede desembocar en escapismo, dispersión y
tendencia a absorber aquellos pensamientos, emociones y dolor ajenos que se
encuentren en el área que cubre. Un aura demasiado extendida puede ser también
el resultado de los mismos sentimientos y situaciones que tiende a causar. En
otras palabras, la causa de un aura poco sana tiende a regenerar las mismas
condiciones que la han causado.
El objetivo es conseguir un aura ovoide y distribuida uniformemente
encima, debajo, detrás, delante y a los lados del cuerpo. Con la práctica he
llegado a la conclusión de que el radio de aura más manejable mide de 60 a 90
cm en cada dirección, sobre todo en público. Cuando estoy en un entorno
natural, permito concientemente que mi aura se expanda incluyendo bosques,
lagos y arroyos a mi alrededor. Así se intensifica mi sentimiento de conexión
con Dios/Diosa/Todo lo que Es a través de la Creación. Me siento en comunión
con las plantas, el agua y los espíritus de la naturaleza, me calma y sana mi
sistema nervioso. Sin embargo, cuando paso directamente de la naturaleza a la
ciudad o a otras zonas pobladas, siempre vuelvo a retraer el aura a unos 60 o
90 cm a mi alrededor. Cuando se me olvida, no tardo en darme cuenta. Percibo
gratuitamente la vida de otras personas, a veces incluso su dolor. Así que no
suelo tardar en acordarme.
En mi propia casa, si no estoy con amigos o clientes, dejo que mi campo
áurico se expanda hasta donde sea cómodo. También mantengo la casa muy
despejada psíquicamente para sentirme bien en ella.
A continuación sigue el proceso para despejar y
sanar el aura:
1. Conéctate a la tierra según la técnica anterior.
2. Con los ojos cerrados siente el área alrededor
del cuerpo. Para empezar, haz que la respiración llegue hasta unos 35 cm de tu
campo áurico utilizando tu intención. Al respirar dentro del área siente si tu
aura está contraída y espesa, débil y disipada o vibrante y blanda.
3. Mediante la respiración y la visualización (escuchando
un mensaje, utilizando la intuición) observa hasta dónde se extiende el aura en
dirección frontal.
4. Observa el ancho de tu aura a ambos lados.
5. Ahora mira y siente el aura sobre la cabeza y
bajo los pies. Compara las dos áreas.
6. Utiliza la respiración, los sentimientos, la
visión y cualquier otra forma que te sea natural para identificar el espacio
que abarca el aura por detrás. ¿Cómo está en relación con la parte frontal?
7. Ahora que ya conoces algo más sobre la naturaleza
del aura ajústala para que rellene exactamente un radio de unos 60 a 90 cm en
forma de huevo. Utiliza la respiración, la visión y una intención despejada. Al
principio pueden resultarte útiles las manos para abarcar físicamente el
espacio alrededor del cuerpo y tirar o empujar el aura cuanto desees. Para la
mayoría, ajustar el aura significa retraerla y definir los contornos. Los demás
necesitarán empujarla para que llene el espacio. Si eres principiante, puede
que te resulte un problema pasar el aura por debajo de los pies. En ese caso,
la práctica y la persistencia son los mejores antídotos.
8. Observa cualquier cambio de sentimientos, sensaciones
físicas y conciencia que traiga el ajuste del campo energético a tu alrededor.
9. Ahora visualiza una lluvia de luz líquida de oro
que cae y atraviesa el aura. Deja que la primera vez caiga de 2 a 5 minutos por
lo menos. Nota lo maravilloso que es. (Ver ilustración de la página siguiente.)
10. Después visualiza un fuego gigante color violeta
del tamaño del aura. Extiéndelo por toda el aura, también bajo los pies. No
destruirá nada, la llama violeta simple mente transmuta las energías de baja
frecuencia en energías de mayor frecuencia, lo que constituye una forma más
natural de ser. Mantente dentro del fuego sólo de 1 a 2 minutos si es tu
primera experiencia con el fuego violeta. Esta técnica te hará sentir más calor
y energía. Si utilizas demasiado el fuego violeta, puedes sentirte abrumado por
la combustión de antiguas energías etéricas. Así que al principio, tómatelo con
moderación; experimentando hasta encontrar tu nivel.
11. Cuando hayas concluido, elimina el fuego violeta
y abre los ojos.
La mayoría de los que meditan dicen sentirse más ligeros, más frescos,
psíquicamente más limpios y más brillantes al visualizar la lluvia por primera
vez. Es una manera simple pero efectiva de despejar cualquier energía o desecho
extraño que hayas recogido. También es buena para deshacerse de energías
liberadas de tu cuerpo durante una meditación o sanación.
La primera vez que utilicé estas técnicas, usé la respiración, las sensaciones,
la visión y la intención para hacerlo real y tan efectivo como fuera posible.
Puedes experimentar para descubrir qué métodos te son más afines.
A continuación hablaré de la protección del aura. Sin embargo,
antes de seguir quiero dejar claro que estas técnicas no están de ninguna
manera enfocadas en crear un sentimiento de rechazo o temor hacia las personas
o el mundo. Desde luego, no intentan disuadirte de intimar con otras personas.
Sólo pretenden ayudarte a elegir lo que dejes entrar en tu campo áurico y lo
que no. Si tu problema es que absorbes indiscriminadamente la energía que flota
alrededor te puedes pasar la vida literalmente abrumado, emocionalmente
desequilibrado, confundido, con sensación de inutilidad. Lo sé porque he sido
una de las peores esponjas psíquicas que he conocido. Si estaba cerca de una
persona con dolor de espalda, puedes estar seguro de que también me pasaba a
mí. Cuando realizaba una sanación por imposición de manos o simplemente
abrazaba a un amigo, el otro se sentía mejor y yo solía sentirme peor. Lo
puedes llamar «el síndrome de vertedero humano». Aprender a establecer los
límites cambió literalmente mi vida.
En recompensa por haber aprendido a establecer mis límites, ahora
disfruto intimando y compartiendo mi vida con amigos y seres queridos. Ahora
puedo entrar en un restaurante sin miedo a ponerme enferma o paranoica. De
hecho, ya ni siquiera pienso en ello porque para mí se ha convertido por fin en
natural repeler las energías vibratorias bajas y aceptar las divinas. Llegar a
este punto me llevó unos cuantos años de mucha meditación, colaboración con el
Yo Superior y dedicación a mi plenitud espiritual. Todavía se me presentan a
veces ciertos intercambios kármicos con personas cercanas, pero ya no pierdo ni
mi tiempo ni mi energía procesando problemas no asumidos o el dolor de Fulanito
y Menganito.
Las siguientes técnicas intentan hacer que sepas cuáles son los límites
saludables aprendiendo a elegir lo que permites entrar en tu cuerpo y campo
áurico. Una de las mejores maneras que yo he encontrado es extender el aura
aproximadamente un metro en todas direcciones. Luego rodea el aura de luz de
diferentes colores según las necesidades de protección de ese momento.
Después de atraer el aura y bañarla con una lluvia de oro, rodea toda su
superficie de una capa de 3 a 6 cm de luz solar dorada. Esto hace que sane y se
refuerce continuamente, puesto que el oro penetra en los orificios del aura y
ella misma tiende así por naturaleza a sanarse.
El siguiente paso depende de lo que sientas. Si te sientes vulnerable o
más inseguro de lo normal, puedes añadir una capa azul añil a la parte externa
de la luz dorada. El sobrenombre del tono concreto que buscas es «azul certeza»
o azul auténtico. Este color irradia una sensación de confianza y seguridad,
lo que tiende por naturaleza a repeler «rateros psíquicos». Con él también te
sentirás más seguro de ti mismo para estar alerta y mirar el mundo a través de
este color para el borde del aura.
Cuando no estés en casa o tengas visitas -sobre todo si recibes clientes-
es bueno mantener una capa de luz violeta en la parte más externa del aura.
Existen varias razones para ello; primero, como ya he dicho, la luz violeta
transmuta las energías a sus frecuencias naturales superiores. Si estás
trabajando con un cliente que de pronto libera una gran cantidad de ira
reprimida, la luz violeta transmutará esa ira e impedirá que entre y dañe de
alguna forma tu campo áurico. Segundo, la luz violeta repele los parásitos
astrales. Éstos son entes etéricos que se alimentan de dolor y emociones
reprimidas. Hasta que despejes tu campo de energía de cualquier caldo de
cultivo y alimentación de estos parásitos, es sensato dejarlos fuera. Una vez
despejes hasta cierto punto los cuerpos de energía sutil y tu alma, chakras y
Yo Superior empiecen a irradiar luz, repelerán naturalmente a estos entes y
energías de baja frecuencia. Hasta entonces, estas herramientas de tratamiento
de límites te serán de mucha ayuda. ¿Por qué perder tiempo de meditación y de vida
en general procesando y despejando lo que ni siquiera nos pertenece? El uso de
herramientas de tratamiento de límites es un ejemplo práctico de gracia.
Se recomienda incluir siempre la conexión a la tierra en la meditación de
la mañana, crear la esfera áurica y visualizar sus límites teñidos con colores
como los que acabamos de ver. Si no tienes tiempo o no sientes la necesidad de
pasar por las fases de lluvia o fuego violeta, puedes saltártelas. Los tres
pasos restantes son lo esencial en cuanto a límites y, una vez acostumbrado a
ellos, te ocuparán muy poco tiempo.
Este capítulo, como su nombre indica, te preparará
para los Ejercicios Pleyadianos de Luz de los que trata el resto del libro. Al
actuar los Ejercicios Pleyadianos de Luz en los cuerpos de energía sutil,
despejando emociones y bloqueos antiguos de energía, así como energías de otras
personas que hayas podido absorber, es esencial que primero conozcas ciertas
herramientas psíquicas básicas de cuidado personal. No esperes por lo tanto
pasar rápidamente esta sección del manual. Te será de ayuda leer los procesos
antes de realizarlos. A veces necesitarás trabajar un proceso unos días, antes
de pasar al siguiente. En particular, después de despejamientos intensos
necesitarás un tiempo de asimilación.
La información de este capítulo puede resultar
familiar a algunos. En este caso hojéalo hasta encontrar algo nuevo o diferente
de lo aprendido hasta ahora. Compara los procesos con los anteriores para
encontrar cuál es mejor para ti. Es importante que seas capaz de usar las
técnicas, o equivalentes, rápida y eficazmente cuando llegues al próximo
capítulo.
Conexión a la tierra
Aunque conexión
a la tierra es un término usado con frecuencia en grupos
espirituales y de sanación, significa cosas distintas para mucha gente. Para
algunos puede significar ser conscientes de sentir los pies en la tierra, o
puedes relacionarlo con lo que sientes al estar en la naturaleza. En esencia,
estar conectado a la tierra significa estar en el cuerpo, consciente de lo que
te rodea y presente y disponible para lo que ocurra. La técnica utilizada en
este capítulo para conectarse a la tierra consiste en la visualización que
consigue acercar más al cuerpo la presencia espiritual y la conciencia. Muchas
de las personas iniciadas en la espiritualidad que meditan a menudo, así como
otros que todavía no han fortalecido su conciencia, no han aprendido a
conectarse a la tierra, tendiendo así a vagar por el éter encima del cuerpo. Si
eres uno de ellos, puedes acabar muy propenso a absorber energía extraña -energía
de otras personas u otros entes-. En el mejor de los casos, aun no siendo una
esponja psíquica, no puedes expulsar bien del cuerpo las emociones o el karma
si no estás en tu cuerpo.
El enfoque espiritual pleyadiano incluye la
iluminación y/o ascensión del cuerpo entero y a nivel celular. El objetivo no
es abandonar el cuerpo y trascender el plano físico; la meta es trascender la
creencia en y el miedo a las limitaciones de lo físico. Se consigue
descendiendo espiritualmente a la materia con el objetivo de despejarte de
energías de baja frecuencia tales como emociones reprimidas, sistemas de creencias,
juicios, control y otras energías contraídas que son fuente de limitación en
la tercera dimensión. Cuando lo consigues, permites que el Yo Superior se
mezcle contigo como fue el caso del Cristo, Quan Yin y Buda. Esto se traduce no
en un escape sino en una iluminación o ascensión de todos los chakras a nivel
celular.
Esta meta espiritual requiere que te encuentres en tu cuerpo y por eso
existe la necesidad de conectarse a la tierra. La técnica usada para conectarse
a la tierra es la siguiente:
1. Siéntate en una silla cómoda con la espalda relativamente
derecha, los pies en el suelo sin cruzar ni pies ni manos y los ojos cerrados.
2. Mediante la respiración atrae la mayor intensidad
posible de tu presencia consciente hacia el centro de la cabeza. Deja marchar
los pensamientos perdidos que inhiben este proceso hasta que te sientas
centrado.
3. Ahora, realiza un par de respiraciones profundas. Fíjate hasta qué
punto se expande el cuerpo al respirar, ¿qué zonas no se expanden?
4. Expande conscientemente más partes de tu cuerpo con la respiración
hasta que inhales profundamente sin tensión ni incomodidad. Hazlo de dos a
cuatro veces hasta que te sientas más vivo y presente en tu cuerpo.
5. Siente los pies en el suelo. Utiliza la
respiración hasta que los pies parezcan vivos.
6. Sólo hombres: fija tu conciencia en el primer chakra, a la altura de
la rabadilla. Visualiza un tubo o cordón espiral de luz de unos 10 a 15 cm de
diámetro acoplado al primer chakra. (Ver ilustración la en la página 116)
Sólo mujeres: fija tu conciencia en el segundo chakra, a medio camino
entre el ombligo y la base de la espina dorsal. Visualiza un tubo o cordón
espiral de luz de unos 10 a 15 cm de diámetro acoplado al segundo chakra. (Ver
ilustración 1b en la página 117.)
Hombres y mujeres: sigue con la vista este cordón de conexión e imagínalo prolongarse
hacia el interior de la Tierra mientras la conciencia permanece en el centro de
la cabeza. Mira cómo el cordón atraviesa las capas terrestres hasta que llega
al centro del planeta donde se sitúa el núcleo magnético o centro de gravedad.
Puede que veas o sientas que se ancla el cordón de conexión sin poder ver más
allá.
7. Tómate de medio a un minuto para respirar suavemente,
sintiendo los cambios en el cuerpo y la conciencia. En algunas ocasiones,
clientes o alumnos han experimentado dolores o palpitaciones cuando se conectan
por primera vez. Algunos hasta han experimentado emociones ocultas que salen a
la superficie. Si te ocurre esto, ten en cuenta que ese dolor, ya sea físico o
emocional, es en parte la razón por la que no estabas conectado a la tierra, ya
que el ser humano tiende por naturaleza a evitar sensaciones desagradables. Sin
embargo, como ser consciente de un problema es el primer paso para sanarlo,
explora tus sentimientos con libertad y curiosidad mediante la respiración en
lugar de contraerte o huir de ellos. Libérate de los juicios y el miedo a
sentir e intenta asumir una actitud gozosa ante tu propia toma de conciencia
de la necesidad de atención de esa área del cuerpo o esas emociones.
Dirige la respiración hacia la zona molesta. Lo normal es que sientas un
alivio rápido. Si no es así, podría ser indicio de un problema crónico para el
que necesitarás ayuda a no ser que sepas tratar ese tipo de situaciones. A lo
largo del capítulo se proporcionarán más técnicas de despejamiento.
Si no experimentas molestias, puede que tengas cierta sensación de estar
más presente y ser más real. Puede que te sientas relajado y el cuerpo un poco
pesado al rato de tener enfocado el cordón de conexión.
8. Cuando te acostumbres al cordón de conexión,
visualiza un cambio de color en el cordón. Contempla el espectro completo de
colores y varía los tonos y texturas de cada color. Que sea divertido. Mantén
lo suficiente cada color notando el efecto sobre ti mismo en cada cambio.
Explora todos los colores que se te ocurran además de los que se presentan
aquí.
Empieza con los azules; cambia el color del cordón a azul pálido, luego a
azul intenso, a azul marino, a azul verdoso y, finalmente, a azul cobalto.
Añade un poco de verde al azul y visualiza el cordón
de un turquesa intenso, luego aguamarina pálido. Experimenta con los verdes: un
verde pastel, un verde esmeralda, un verde selva, un verde oliva, un verde
hierba, un verde amarillento pálido.
Después, visualiza los amarillos: amarillo pastel,
amarillo brillante, amarillo dorado y amarillo mostaza. Ahora contempla tonos
de naranja: naranja amarillento pálido, melocotón, naranja brillante como la
fruta, salmón, óxido y naranja rojizo.
Visualiza los rojos: rosa pálido, rojo clavel,
fucsia, rojo vivo, rojo sangre, granate y rojo violeta.
Ahora los violetas: azul lavanda, azul real, azul
uva y azul violeta.
Luego intenta los blancos: blanco puro, blanco con
destellos de luz, nacarado o perla, y crema.
A continuación, visualiza los tonos marrones: tostado, camello,
chocolate, caramelo, marrón grisáceo como la corteza de un árbol.
Deja los colores metálicos para el final: plateado metálico, dorado
metálico, cobre, platino y finalmente mezcla de plata y oro.
Encontrarás que algunos colores tranquilizan y calman y otros te hacen
sentir más fuerte y más seguro de ti. Algunos colores te ayudarán a sentirte
más en tu cuerpo mientras otros son desagradables y no favorecen la conexión.
Encuentra los que te gusten y haz una lista comentando lo que te hacen sentir
o, si tienes buena memoria, toma nota mentalmente.
9. Cuando termines de recorrer los colores, decide
cuál quieres ahora. Elimina el primer cordón tirando de él hacia abajo y
dejándolo caer hacia tierra. Ahora proporciónate un nuevo cordón del color
elegido y envíalo al centro de la Tierra.
10. Abre los ojos.
A partir de este instante, si te despiertas cansado
y gruñón, puedes usar el color del cordón que te haga sentir más ligero y
activo. Si te encuentras pasando una época de dudas y falta de confianza puedes
utilizar el color del cordón que te proporcione más cualidades positivas.
La conexión a la tierra no va a solucionar todos tus
problemas ni va a hacer que desaparezcan los estados emocionales desagradables
pero te puede ayudar a pasarlos más rápida y fácilmente. Saber qué color es
mejor y para qué situación, te ayudará a mantenerte conectado y serás capaz de
superar los momentos en que querrías abandonar.
Durante una semana aproximadamente empieza cada
mañana desprendiéndote del cordón anterior y tomando uno nuevo. El color puede
ser igual o distinto al anterior, de acuerdo con tus necesidades. Repite el
proceso tantas veces como te acuerdes. Aunque al principio sean cincuenta veces
al día, aunque estés paseando por la calle, o en el trabajo, crea un nuevo
cordón. Cuanta más energía de pensamiento pongas en crear algo, en algo más
real y duradero se convertirá. Lo harás con tal facilidad que podrás realizarlo
con los ojos abiertos trabajando, paseando o estando dentro del coche.
Al cabo de aproximadamente una semana serás capaz de
conectarte a la tierra por la mañana y lograr que te dure más. Con hacerlo una
vez al día puede ser suficiente. Estarás tan familiarizado entonces con la
diferencia entre estar conectado o no conectado, que sabrás cuándo necesitas
reemplazar el cordón.
Mi experiencia personal y en la enseñanza a muchos alumnos no me ha hecho
creer que el concentrarse durante una semana en conectarse a la tierra sea
opcional -aunque algunos tengan tendencia a saltárselo. Aquellos que realizan
esta semana de forma consistente se sienten más conectados a la tierra, más
presentes y disponibles para la vida y la sanación que aquellos que se han
mostrado menos diligentes. Aquellos que se salten este paso pueden encontrarse
con que el proceso de sanación dure más, que sus desarreglos emocionales se
extiendan más en el tiempo y que su percepción sensorial plena les sea menos
útil y accesible. Por ello insisto en que sigáis el proceso hasta que os
resulte automático.
Después de realizar la meditación conectiva, como se detalla en los pasos
del 1 al 9, no es necesario repetir toda la secuencia de colores a no ser que
exista una razón personal para ello. Esa parte del proceso sólo tiene por
objeto la identificación de los mejores colores para la conexión. Mi anécdota
favorita sobre la conexión a la tierra ocurrió en una clase de meditación para
niños que impartí hace unos años. Después de realizar la meditación de conexión
que necesariamente tuve que abreviar, pedí a cada niño que expresara al grupo
lo que sentía al estar conectado. La primera respuesta fue la de un niño de
tres años y medio que dijo: «Es como mi mamá».
Otro niño de la misma edad respondió: «Se siente como en una tienda de
salud, como algo bueno». Hizo una pausa, se movió un poco y añadió: «No sé si
me gusta o no».
El resto de los niños dieron su versión de la conexión hasta llegar a la
última, una niña de siete años que no quería hablar. Bajaba la cabeza hasta
donde podía y parecía que iba a llorar. Yo sabía que sus padres se estaban separando
y preparando el divorcio. También sabía que lo estaba pasando mal.
Dejé de mirar hacia ella y empecé a explicar al grupo cómo a veces cuando
te conectas a la tierra te das cuenta de que hay sentimientos en ti de los que
antes no eras consciente. Seguí diciendo: «A veces son sentimientos de ternura
y de cariño, como los que ha descrito Elizabeth. Pero otras te hacen daño, como
cuando sientes tristeza o rabia. El truco no consiste en hacer que
desaparezcan, sino en seguir con ellos. Respirad muy profundamente e intentad
sentirlos más intensamente. Entonces ocurre algo verdaderamente mágico. Después
de unos minutos sintiéndolo, habrá desaparecido el dolor y ni siquiera sabréis
cuándo se fueron. Os sentiréis bien de nuevo. Pero si no seguís con ellos y los
sentís hasta que se vayan, se quedarán en el cuerpo esperándoos. De modo que es
mejor sentirlos ahora en lugar de temer que vuelvan».
La niña triste no dijo nada. Sin embargo, después de unos diez minutos,
cuando estábamos en medio de otro proyecto, se incorporó y exclamó: «¡Se han
ido!» Luego bajó la cabeza con timidez al darse cuenta de que había gritado. Le
pregunté qué se había ido. Respondió: «Los sentimientos, como tú decías. Estaba
muy triste, pero he hecho lo que nos decías». Sus ojos estaban llenos de
sorpresa y hasta de una cierta reverencia -como si quizá la técnica, o el
profesor tuviera magia.
Unos días después llamó la madre de la niña para decirme que su hija
había llegado del colegio muy agitada. Cuando su madre le preguntó qué le
pasaba, la niña contestó: «Tengo sentimientos, así que me voy a mi cuarto a
sentirlos». Veinte minutos después salió de su cuarto vestida para salir a
jugar. Cuando le preguntó qué pasaba, le contó a su madre lo que había aprendido
en clase: esa forma mágica de ordenar a los malos sentimientos que se fueran y
no volvieran. La buena voluntad de esa niña inocente fue un gran ejemplo para
todos.
No tienes que esperar al siguiente si no quieres. Existe una corriente
natural y una relación complementaria entre la conexión a la tierra y el
despejamiento del aura.
A partir de este instante, si te despiertas cansado
y gruñón, puedes usar el color del cordón que te haga sentir más ligero y
activo. Si te encuentras pasando una época de dudas y falta de confianza puedes
utilizar el color del cordón que te proporcione más cualidades positivas.
La conexión a la tierra no va a solucionar todos tus
problemas ni va a hacer que desaparezcan los estados emocionales desagradables
pero te puede ayudar a pasarlos más rápida y fácilmente. Saber qué color es
mejor y para qué situación, te ayudará a mantenerte conectado y serás capaz de
superar los momentos en que querrías abandonar.
Durante una semana aproximadamente empieza cada
mañana desprendiéndote del cordón anterior y tomando uno nuevo. El color puede
ser igual o distinto al anterior, de acuerdo con tus necesidades. Repite el
proceso tantas veces como te acuerdes. Aunque al principio sean cincuenta veces
al día, aunque estés paseando por la calle, o en el trabajo, crea un nuevo
cordón. Cuanta más energía de pensamiento pongas en crear algo, en algo más
real y duradero se convertirá. Lo harás con tal facilidad que podrás realizarlo
con los ojos abiertos trabajando, paseando o estando dentro del coche.
Al cabo de aproximadamente una semana serás capaz de
conectarte a la tierra por la mañana y lograr que te dure más. Con hacerlo una
vez al día puede ser suficiente. Estarás tan familiarizado entonces con la
diferencia entre estar conectado o no conectado, que sabrás cuándo necesitas
reemplazar el cordón.
Mi experiencia personal y en la enseñanza a muchos alumnos no me ha hecho
creer que el concentrarse durante una semana en conectarse a la tierra sea
opcional -aunque algunos tengan tendencia a saltárselo. Aquellos que realizan
esta semana de forma consistente se sienten más conectados a la tierra, más
presentes y disponibles para la vida y la sanación que aquellos que se han
mostrado menos diligentes. Aquellos que se salten este paso pueden encontrarse
con que el proceso de sanación dure más, que sus desarreglos emocionales se
extiendan más en el tiempo y que su percepción sensorial plena les sea menos
útil y accesible. Por ello insisto en que sigáis el proceso hasta que os
resulte automático.
Después de realizar la meditación conectiva, como se detalla en los pasos
del 1 al 9, no es necesario repetir toda la secuencia de colores a no ser que
exista una razón personal para ello. Esa parte del proceso sólo tiene por
objeto la identificación de los mejores colores para la conexión. Mi anécdota
favorita sobre la conexión a la tierra ocurrió en una clase de meditación para
niños que impartí hace unos años. Después de realizar la meditación de conexión
que necesariamente tuve que abreviar, pedí a cada niño que expresara al grupo
lo que sentía al estar conectado. La primera respuesta fue la de un niño de
tres años y medio que dijo: «Es como mi mamá».
Otro niño de la misma edad respondió: «Se siente como en una tienda de
salud, como algo bueno». Hizo una pausa, se movió un poco y añadió: «No sé si
me gusta o no».
El resto de los niños dieron su versión de la conexión hasta llegar a la
última, una niña de siete años que no quería hablar. Bajaba la cabeza hasta
donde podía y parecía que iba a llorar. Yo sabía que sus padres se estaban separando
y preparando el divorcio. También sabía que lo estaba pasando mal.
Dejé de mirar hacia ella y empecé a explicar al grupo cómo a veces cuando
te conectas a la tierra te das cuenta de que hay sentimientos en ti de los que
antes no eras consciente. Seguí diciendo: «A veces son sentimientos de ternura
y de cariño, como los que ha descrito Elizabeth. Pero otras te hacen daño, como
cuando sientes tristeza o rabia. El truco no consiste en hacer que
desaparezcan, sino en seguir con ellos. Respirad muy profundamente e intentad
sentirlos más intensamente. Entonces ocurre algo verdaderamente mágico. Después
de unos minutos sintiéndolo, habrá desaparecido el dolor y ni siquiera sabréis
cuándo se fueron. Os sentiréis bien de nuevo. Pero si no seguís con ellos y los
sentís hasta que se vayan, se quedarán en el cuerpo esperándoos. De modo que es
mejor sentirlos ahora en lugar de temer que vuelvan».
La niña triste no dijo nada. Sin embargo, después de unos diez minutos,
cuando estábamos en medio de otro proyecto, se incorporó y exclamó: «¡Se han
ido!» Luego bajó la cabeza con timidez al darse cuenta de que había gritado. Le
pregunté qué se había ido. Respondió: «Los sentimientos, como tú decías. Estaba
muy triste, pero he hecho lo que nos decías». Sus ojos estaban llenos de
sorpresa y hasta de una cierta reverencia -como si quizá la técnica, o el
profesor tuviera magia.
Unos días después llamó la madre de la niña para decirme que su hija
había llegado del colegio muy agitada. Cuando su madre le preguntó qué le
pasaba, la niña contestó: «Tengo sentimientos, así que me voy a mi cuarto a
sentirlos». Veinte minutos después salió de su cuarto vestida para salir a
jugar. Cuando le preguntó qué pasaba, le contó a su madre lo que había aprendido
en clase: esa forma mágica de ordenar a los malos sentimientos que se fueran y
no volvieran. La buena voluntad de esa niña inocente fue un gran ejemplo para
todos.
No tienes que esperar al siguiente si no quieres. Existe una corriente
natural y una relación complementaria entre la conexión a la tierra y el
despejamiento del aura.