Lic. Keila Sulich
Los sentimientos animales, que lejos están de los días de furia de los humanos, son tan reales y tangibles como el sol o el agua.Podríamos entrar
en una discusión con respecto a la autopercepción de la identidad o el traspaso
de conductas humanas a los animales, esto de “humanizar a los animales”, como
si el humano no lo fuese. Pero en cambio, prefiero contar una experiencia en
primera persona, de la relación con los animales, y de uno en particular, con
quien la conexión fue directa e inmediata.
En el 2018 leí un
pedido de ayuda en Facebook. Se necesitaba tránsito para un perro que estaba
lastimado por otros perros, que vivía en la calle y deambulaba por todos lados.
Si no recuerdo mal, era el mes de abril, casi mayo, los fríos empezaban a
aproximarse y lo primero que pensé fue “quiero ayudar a ese animal”. Por suerte
mi familia aceptó la propuesta de traer otro perro a la casa, a pesar de ya
tener tres perros y un gato. Este nuevo perro traía nombre, se llamaba Rubio,
era mezcla de labrador dorado pelo corto con algún otro grandote y cabezón. Era
un perro grande y fornido a pesar de su edad y golpes, y peleas en la calle. La
veterinaria diagnosticó unos 13 años de edad, los proteccionistas que me lo
entregaron para su cuidado, aseguraban que no se adaptaba y que tenía problemas
de convivencia con otros animales. Estaba lastimado en el cuello, tenía
cicatrices viejas, no veía de un ojo, le faltaba el colmillo izquierdo y una de
las piernas le fallaba a veces.
Pero en casa no
somos solo dos terapeutas, también, como decía, tenemos tres perros y un gato,
que transmutan mucha más energía que nosotros, los humanos.
“El Rubio” fue
bien recibido por todos en casa, nunca peleó con los otros animales y la
adaptación fue inmediata. Lo que garantizó principalmente la adaptación es que
se le liberaron las emociones atrapadas que traía lógicamente de toda su vida.
El día que se incorporó a la familia durmió mucho, mucho. Tenía terapeutas a su disposición, una familia y además ya no cargaba con sus emociones atrapadas.
Las emociones atrapadas son cargas energéticas propias y ajenas. Los animales tienen la facultad de ayudar a sus dueños a soportar la carga emocional porque las hacen propias. Muchos perros y gatos suelen tener los mismos problemas que sus dueños, o dificultades similares.La forma de
liberar las emociones de las personas y de los animales es la misma, la técnica
es muy simple. El creador fue el Dr. Bradley Nelson y sus resultados son
asombrosos. En nuestra web
brindamos el taller de esta técnica 100% gratis. Consta
de pasar un imán por el meridiano de Du Mai (Vaso Gobernador) para desalojar
las improntas emocionales que nos modifican el comportamiento, el carácter, el
humor, el estado de ánimo, la voluntad y nos despeja la mente de pensamientos
negativos.
Así fue como Rubio se quedó en casa. Luego, en marzo del 2020, cuando empezó la pandemia y exactamente en el finde semana que en Argentina se declaró constitucionalmente el aislamiento social obligatorio, al Rubio se le ocurrió convulsionar. Empezó a tener ataques epilépticos. Un día tuvo tres episodios casi seguidos. Los veterinarios no estaban atendiendo, y para comprar la medicación se necesitaban recetas y luego encontrar una farmacia de turno, sumado toda la incertidumbre del Covid 19, que en ese momento nada era certero.
Personalmente tenía una desesperación muy grande, y sabía que mi estado anímico no contribuía con la situación. Luego de cinco días convulsionando, logramos conseguir medicación y un veterinario a domicilio. El Rubio de calmó en apariencia, pero estaba muy débil y flaco, los ataques lo cambiaron mucho, estaba entregado. Una noche de abril comenzamos a charlar con él, a tratar de entender qué le pasaba. Y ese día Analía le abrió los Registros Akáshicos, y así supimos del alma de guerrero que traía este perro, que se resistía a partir, que se quería quedar en casa. Le explicamos que no era necesario, que no tenía que defender más a nadie ni a nada, que era momento de relajarse y terminar tranquilo.
Luego de esa conexión Rubio se quedó tranquilo y nunca más convulsionó. Seguía débil, pero con los días volvió a caminar y moverse. Pasó casi un año, en marzo del 2021, se fue. No soportó la primera helada del otoño. Se fue dejándonos una gran enseñanza, y una hermosa conexión con sus emociones.Hacer el curso de liberación emocional gratis >> https://academiaespacioorion.online/curso/liberacion-emocional-con-imanes/