como es adentro es afuera y como es arriba es abajo
Pero… ¿qué tan profundo y misterioso es este viaje?
(texto reflexivo basado en el documental
de Daniel Schimidt)
Nuestra
vocación y dedicación en la atención terapéutica nos ha conducido, a la
constante tarea de, la apertura de los Registros Akashicos de cada persona que
ingresa a nuestro centro holístico, y este despertar de consciencia lo hemos
combinado con la enseñanza de la filosofía oriental a través de la MedicinaTradicional China y el Feng Shui. Afortunadamente este intercambio entre el Akasha
y la energía o Qi, no es casual. En la práctica, dicha relación, se ha generado
fluida y mágicamente… ha sucedido a pesar nuestro, es una unión que vivimos
como inevitable. Esta experiencia diaria
nos demuestra cuán gratificante es el camino hacia la integridad y la armonía,
en el sendero del autoconocimiento. Lo visible y lo invisible se entrecruzan y
dialogan mientras mundanamente realizamos nuestras tareas cotidianas.
El Akasha, denominado el árbol de
la vida es para nosotros, al igual que lo era para los antiguos místicos,
yoguis, un campo a nivel de la raíz de la conciencia. El campo Akáshico o los RegistrosAkáshicos, es donde toda la información, todas las experiencias
pasadas, presentes y futuras existen ahora y siempre. Es este campo o matriz de
donde surgen todas las cosas, desde las partículas subatómicas, las galaxias, las estrellas, los
planetas y toda la vida.
Se le ha llamado Akasha
al Primordial Om, es el vínculo entre nuestros mundos interiores y exteriores.
Se ha empuñado el término Akasha
para describir el sentido etéreo que se extiende a lo largo de todo. Porque el
Akasha es el espacio en sí, el espacio que los otros elementos llenan, que
existe simultáneamente con la vibración. Son inseparables. En palabras de Daniel
Schimidt “Akasha es el yin del yang del QI o Prana”. Es la forma en que se teje
la trama del universo.
¿Cuál es mi lugar en esta trama universal?
Desde la
medicina tradicional china podemos comprender que el mundo como ser planetario
es parte de un sistema y que para permanecer en él debe obedecer a ciertas
leyes universales, las cuales están replicadas hacia su interior, y nosotros lo
observamos a través de la manifestación de la generación de los 5 elementos,
las estaciones del año, síntomas y manifestación de las energías en nuestro
cuerpo, la búsqueda del equilibrio entre el yin y el yang. Esta misma lógica
que vemos afuera existe adentro nuestro y encada una de nuestras partes, llámese
órganos o cualquier sustancia corporal.
Como ha
demostrado Dan Whinter...
... somos un fractal del universo
¿Cómo
comprenderlo?
Imagina una
telaraña que se extiende en todas las dimensiones. Sus hilos de seda están
formados por gotas de rocío y cada gota contiene el reflejo de todas las gotas
de agua y en cada reflejo se advierte a la vez el reflejo de las gotas más
minúsculas. Toda la telaraña continúa en esa misma representación, hasta el
infinito. El mandala de la vida.
Esta trama es así porque vivimos
en universo holográfico, donde hasta el más mínimo rayo de luz
contiene el patrón completo de la totalidad.
Un fractal
es una forma geométrica aproximada que se puede dividir en partes, cada una de
las cuales es aproximadamente del tamaño de una copia reducida del patrón
completo. Esto es la inteligencia intrínseca de la matriz del espacio-tiempo. Porque
aunque infinitamente complejos, sin embargo, cada parte contiene la semilla
para recrear el conjunto.
Cada uno de
nosotros, en la apertura de nuestro propio registro akáshico ingresamos en
nuestro canal energético, de allí nos conectamos con el universo entero. Desde
nuestra forma particular de ser contenemos, en dicho canal energético, toda la
información de la energía universal, la cual se puede leer y observar. De igual
modo en nuestro ADN contemos toda la información de millones de años de
evolución como especie humana, la cual también podemos ver y observar. Y como
seres humanos cada uno de nosotros tenemos una forma particular de exponer o
demostrar nuestros rasgos humanos. Contemos de esta manera, en nuestro ADN, la
capacidad de replicar nuestra especie en la siguiente generación.
Así se logra
la conexión desde la estrella más lejana a la partícula de ADN más cercana,
todo se conecta infinitamente en un constante fluir de energía cósmica, la energía
con la cual están creadas todas las cosas.
Nuestra propia creatividad y la
capacidad de reconocimiento del fractal es la relación entre el microcosmos y
el macrocosmos. La vida y la muerte, el Yo y el Otro no están separados; así
como la montaña y el valle son inseparables.
Como el yin y el
yang, el bailarín y el baile existen como uno. En este danzar el universo
se manifiesta como vibración. Reflejando
en cada una de sus ondas rítmicas su campo vibratorio, que resuena en nuestra
caja torácica, en nuestros corazones. Conformando así la raíz de toda
experiencia espiritual. Es el mismo campo de energía que los santos, budas, yoguis,
místicos, chamanes,
sacerdotes y videntes han observado al mirar dentro de sí mismos.
*Keila Sulich (Bach. en Antropología)
Coordinadora General de Espacio Orion Argentina
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